lunes, 1 de diciembre de 2008

El empleo en la Europa de 2008 y su impacto en la realidad española.

1. Se acaba de publicar el Informe de la Comisión Europea sobre el empleo en Europa 2008, acompañado de una Comunicación en la que recogen los mensajes clave de dicho Informe. Se trata de un documento que cumple este año su vigésima edición y que se ha convertido en una herramienta básica para los poderes comunitarios al objeto de ayudar a los Estados miembros de la UE a analizar, formular y aplicar sus políticas de empleo. Como es lógico, el texto está finalizado un cierto tiempo antes de su publicación, por lo que sólo ha podido formular algunas consideraciones generales sobre los problemas económicos y sociales, y su incidencia en términos de destrucción de empleo, que han tenido lugar a escala planetaria en general y en Europa en particular en el segundo semestre del año en curso.

Voy a comentar en esta nueva entrada del blog sólo alguno de los aspectos más destacados del Informe, complementados con otros documentos que considero de interés para completar la explicación, deteniéndome en aquellos puntos que considero de especial interés para la realidad española. He expuesto muchos de estos datos en el marco de la conferencia que pronuncié ayer en el centro de estudios “Cristianisme i Justicia” con el título “Respuestas jurídicas y políticas a la precariedad”.

2. Durante el año 2007 se crearon 3,5 millones de nuevos empleos en la UE, y la tendencia se mantuvo, aunque a un ritmo más lento, durante el primer semestre de 2008. El Informe ya alerta de los riesgos de un debilitamiento del crecimiento del empleo, e incluso de pérdida de empleos, durante el segundo semestre, como consecuencia de la situación económica a escala mundial, y los datos sobre desempleo que publica mensualmente la oficina estadística de la UE, Eurostat, confirman este temor.

En efecto, los datos del mes de octubre, publicado el pasado 28 de noviembre, ponen de manifiesto un incremento de 0,4 puntos del desempleo sobre el mismo mes del año anterior en la zona euro (7,7 y 7,3 %, respectivamente) y de 0’2 en la UE-27 (7,1 y 6,9 %). Y más preocupante es que la cifra de personas desempleadas en serie interanual se haya incrementado en 810.000 en la zona euro y en 709.000 en la UE-27 (12.003.000 y 17.183.000 millones de desempleados, respectivamente).

España sale muy mal parada en todas las cifras, ya que se trata del país que tiene una tasa de desempleo más elevada (12,8 %, más de 10 puntos por encima de la tasa de desempleo de Los Países Bajos, un 2,5 %), y también tememos la tasa de desempleo más elevada de las personas menores de 25 años, ya que superamos en más de 12 puntos, la media tanto de la zona euro como la de la UE-27 (28,1 y 15,9 %, respectivamente). Además, es importante destacar que la crisis económica, al menos de momento, afecta de forma desigual a los diferentes Estados de la UE, ya que en el período de un año 15 Estados han registrado un descenso de sus tasas de desempleo, 11 han experimentado un incremento, y 1 se ha mantenido estable. Con relación a países que son punto de referencia de la UE para medir el grado de desarrollo de las economías europeas, Estados Unidos se sitúa en un 6,5 % y Japón en un 4 %, con datos del mes de septiembre, si bien la tendencia en ambos países, y muy especialmente en el primero, es a un incremento gradual del desempleo.

La preocupación por la situación de la economía española también se encuentra en el recientemente publicado Informe económico 2008 de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) sobre nuestro país, en el que se alerta sobre el final de un período de fuerte crecimiento ininterrumpido desde inicios de los años noventa del siglo XX, con especial atención al debilitamiento del sector de la construcción y su fuerte impacto sobre el crecimiento del desempleo. Comparto algunas de las propuestas del foro económico internacional sobre la necesidad de mejorar los niveles de cualificación de la población trabajadora y de adoptar medidas adecuadas para ello tanto en el ámbito educativo como en el profesional, pero no puedo estar de acuerdo con su propuesta (que repite machaconamente desde hace varios años, incluso en períodos de crecimiento económico) de reducción de los costes de despido, porque hoy por hoy la extinción del contrato de trabajo puede efectuarse por diferentes vías en España y con costes reducidos en unos casos y más costosos en otros ciertamente, pero donde hay que poner el acento es en las políticas de creación de empleo en ámbitos y sectores de actividad con razonables expectativas de futuro. Incluso me atrevo a afirmar que si hubiera que hablar de los costes de extinción, que en un lenguaje menos jurídico y más coloquial se calificaría como abaratamiento del despido, no es desde luego este momento el más apropiado en España, y mucho más ante los numerosos expedientes de regulación de empleo presentados con propuestas de extinción de contratos.

Con respecto al cumplimiento de los objetivos previstos en la estrategia de Lisboa sobre tasa de empleo global (70 %), femenina (60 %) y personas de edad avanzada comprendidas entre los 55 y 64 años (50 %) , las perspectivas no son especialmente positivas de cara al período que resta hasta llegar al mítico 2010, ya que la situación del empleo ha tendido ya a deteriorarse, en el conjunto de la UE, en los meses anteriores y parece que puede seguir esta tendencia durante una buena parte del año 2009, y ello con independencia de que a título individual algunos Estados, siete en concreto tal como se pone de manifiesto en el Informe, sí alcancen los objetivos. Al finalizar 2007, la tasa de empleo global de la UE-27 era del 65,4 %, la femenina del 58,3 % y la de personas comprendidas entre 55 y 64 años del 44,7 %, por lo que parece que sólo hay posibilidades de llegar al objetivo propuesto para la tasa de empleo femenino, tesis además plausible si se piensa que una parte importante del empleo que puede crearse en el sector de asistencia a las personas es ocupado mayoritariamente por personal femenino.

3. Sobre el empleo femenino en la UE cabe destacar que se ha reducido la llamada “diferencia de género” entre hombres y mujeres. Los últimos datos recientemente facilitados por Eurostat constatan que la diferencia de 17.1 puntos en el año 2000 en las tasas de empleo masculina y femenina (70.7 y 53.6, respectivamente) se han reducido hasta el 14.2 en el año 2007, debido fundamentalmente al mayor incremento del empleo femenino (mientras que la tasa masculina sólo sube al 72.5, la femenina se incrementa hasta el 58.3). De especial interés es el importante cambio experimentado en España, debido al fuerte crecimiento del empleo femenino (tanto el de las autóctonas como muy en especial el que proviene de la inmigración), pasando la diferencia desde 29.8 a 21.5 puntos. En efecto, mientras que la tasa de empleo masculina crece en siete años de forma moderada (del 71 al 76.2 %), la femenina experimenta un fuerte incremento de más de trece puntos, y pasa del 41.2 en el año 2007 al 54.7 el pasado año.

La presencia femenina es, por otra parte, muy superior a la de los varones en cuanto se refiere al número de personas que prestan sus servicios a tiempo parcial en la franja de 15 a 64 años, y la diferencia se mantiene prácticamente invariable en siete años, ya que sólo se incrementa un punto a favor de las mujeres en la UE-27, debido al hecho de que el porcentaje de trabajo masculino a tiempo parcial se incrementa en un punto, del 5.9 al 6.9, mientras que el femenino lo hace justamente en dos, del 28.7 al 30.7. La diferencia en España es menos acusada pero no deja de ser bastante importante, habiéndose incrementado en 4.5 puntos en estos siete años, al pasar de 14.3 a 18.8. El empleo masculino crece en 1.2 puntos en el período examinado, pasando del 2.7 al 3.9, mientras que el crecimiento sostenido se produce en el empleo femenino, que pasa del 17.0 al 22.7.

Por lo que respecta a la contratación de duración determinada, la diferencia de género es prácticamente imperceptible, ya que se trata de 1.4 puntos en el año 2007, sólo una décima por encima de la existente en el año 2000. La contratación masculina de duración determinada aumenta poco más de dos puntos en siete años, al pasar del 11.6 al 13.8, mientras que la femenina experimenta un aumento similar y pasa del 12.9 al 15.2. La especificidad española de su política de empleo, tal como he explicado en numerosas ocasiones, se basa en la elevada diferencia que hay en el número de personas contratadas al amparo de contratos temporales y no en una diferencia importante por razón de sexo, ya que incluso ha descendido en estos últimos siete años y ha pasado de 3.8 a sólo 2.5 puntos de diferencia, ya que el empleo masculino crece del 30.9 al 34.7 mientras que femenino lo hace del 30.6 al 33.1.

4. El Informe de la Comisión dedica un amplio apartado a la inmigración recientemente llegada a la UE, es decir en la década actual, y pone de manifiesto que su participación ha sido positiva (en un porcentaje cercano al 25 % del crecimiento de la economía y del empleo) para superar algunos déficit de mano de obra autóctona y también para incrementar la flexibilidad del mercado de trabajo, dada la mayor movilidad del personal inmigrante en su vida laboral, destacándose el elevado grado de complementariedad y no de sustitución con los trabajadores autóctonos. Además, y me parece especialmente importante por lo que significa de entendimiento de las diferentes realidades migratorias y de su impacto en cada territorio, el Informe analiza cómo se diferencian los Estados septentrionales y meridionales de la UE por lo que respecta a la integración de la población inmigrada en el mercado de trabajo, cómo se utilizan (o infrautilizan en muchos casos) sus competencias profesionales, y cuál es la calidad de los empleos que ocupan.

Además, para analizar el impacto de la inmigración en el mercado de trabajo hay que prestar igualmente atención a diferentes variables como son la procedencia geográfica, el origen cultural y los conocimientos de la lengua o lenguas del país de acogida, los niveles de competencias y cómo se reconocen, sus especificidades socioeconómicas y las vías de entrada en el territorio de la UE. Del informe comunitario me interesa ahora destacar una consideración general y otra mucho más concreta, por el impacto que ambas tienen sobre la futura política de inmigración europea y sobre el tipo de inmigrante que se desea acoger en la EU-27. En primer lugar, que los países del sur de Europa han gestionado mejor la integración de la inmigración extracomunitaria que en otros Estados; en segundo término, que Europa necesita seguir trabajando mucho y bien para atraer a personal cualificado a su territorio, ya que entre los inmigrantes recientemente llegados y en edad de trabajar el 48 % tenía una escasa cualificación, mientras que sólo el 20 % eran altamente cualificados.

Con respecto a España, quiero destacar que la relación entre la inmigración y el empleo es una de las características más relevantes que afectan a la realidad económica y social del territorio español. Justamente esa realidad de la inmigración es un elemento destacado de diferenciación respecto de nuestro marco de análisis de la realidad económica y social española con respecto al de una década atrás, pues difícilmente hubiéramos podido pensar entonces que los extranjeros (básicamente los ciudadanos extracomunitarios) supondrían más del 11 % del total de afiliados a la Seguridad Social al finalizar el mes de noviembre de 2008, y que en Cataluña superaría el 13 %. Según el gobernador del Banco de España, en su intervención de presentación del I Informe FEDEA sobre inmigración el pasado 16 de octubre, “un 25 % del crecimiento de la renta per capita española se puede atribuir a la inmigración”, destacando también que la inmigración se ha ocupado en actividades en las que oferta de trabajo nacional era escasa “y mostrando unos niveles de movilidad geográfica y sectoriales muy superiores, lo que ha permitido la creación de empleo en regiones y sectores intensivos en mano de obra”.

No hay comentarios: